“Los Muertos de Nela”
Ellos no lo sabían, pero con la muerte de Nela habían
activado el siguiente número Phi. Estábamos teniendo una serie de atentados y
accidentes en Madrid con el mismo común denominador. Las bombas y los
accidentes no entienden de números pero en estos había un patrón en lo que al
número de muertos me refiero. Los muertos iban in crescendo siguiendo la serie
de los números Phi. ¿Cómo era posible algo así?
Nela quería muertos y estaba convencida de que la providencia estaba con ella. Al fin
y al cabo Nela estuvo en el otro lado, donde los creadores manejan los hilos de
nuestras vidas. Y fue de las pocas afortunadas en regresar, ya que quien cruza
al otro lado es para no volver.
Nela era diferente a los demás. No se esforzaba en caer bien
a nadie. Nela era como era. Y aquella noche, antes de morir, fue invitada a una
fiesta. Pero había algo que ella desconocía. Cuando llegó a la fiesta, en un
cortijo situado en lo más alto de una loma rodeada de bosque, a las afueras de
Madrid, y cuyo pueblo más cercano estaba a unos 5km, no le extraño nada
encontrarse al entrar con varios hombres ataviados con ropas de cuero negro y
capuchas también de cuero. Ya que se trataba de una fiesta Sado. Y así contó
hasta 88 entre hombres y mujeres. Al principio todo transcurría de la forma más
cordial y Nela era la primera vez que asistía a esta clase de fiesta. Aunque no
tardó en darse cuenta que ella era la protagonista. Así es que cuando la
mandaron a por leña acompañada de Pablo, esta intentó huir sin saber a donde ya
que no conocía el terreno. Nela comenzó a correr sin rumbo mientras todos
gritaban su nombre entre risotadas desde la casa. Pablo sujeta a Nela con
fuerza por el brazo dirigiéndose al cortijo. Esta vuelve con dificultad ya que
al intentar huir perdió uno de sus botines de piel marrón. Ahora sabía que
cuando volvieran a entrar comenzaría el verdadero juego. Ahora sabría a que la
habían invitado.
- - ¡Desnúdate!
– Le dijo una voz de mujer cubierta por una capucha. – Y enciende una hoguera
en el centro del salón. – Continuó diciendo Piluca.
Nela comenzó a desvestirse ante la mirada de todos. Ahogando
su llanto en suspiros. El proceso de humillación había comenzado y por supuesto
había algo más que 88 mentes enfermas en este fatídico juego. Había una
cuestión de celos. De todos los asistentes a la fiesta, la única que practicaba
el Sado era Piluca y por supuesto se estaba saltando todas las normas.
Encontrándose ya desnuda por completo, amontona algo de leña
en el suelo y arrodillándose prende el fuego con alguna dificultad. Una vez
encendido este, Piluca le pone un collar de cuero negro al cuello sujeto a una
cadena.
- - ¡Salta
el fuego perra! – Le dice Piluca en una orden conforme sujeta el otro extremo
de la cadena.
Y así la tuvieron durante horas saltando el fuego una y otra
vez en lo que Nela gimoteaba con lágrimas en su rostro y suplicando por su
vida. Después de un sinfín de humillaciones, ahogada en lágrimas y con sus pies
quemados, la cuelgan boca abajo de una viga del techo. Todos jugaban con Nela a la piñata utilizando palos, bastones y cualquier
cosa que sirviera para golpearla.
Nela los ve del revés y en un constante movimiento al estar
esta colgada como un péndulo. Los golpes llegan a todo su cuerpo, del tronco a
la cabeza por donde se desliza la sangre. Los 88, en especial Piluca, estaban
cargados de odio. Y la golpeaban una y otra vez con toda la furia de la que
disponían. Con cada golpe que le daban les iba quedando menos energía. Estaban exhaustos
pero siguieron golpeándola una y otra vez durante horas, incluso después de
muerta. Piluca los había convencido de que Nela estaba detrás de una serie de
desafortunadas desgracias que sucedieron en el pueblo, cuando la realidad era
que Nela se acostaba con su esposo.
Después dejaron su cuerpo desmembrado en las instalaciones de
un generador de luz, por donde pasaba el agua a gran velocidad, bajo un
conducto de hormigón, confiando en que la erosión lo haría desaparecer.
Nela volvió del otro lado a nuestro Mundo apareciendo a
través de una pared del cortijo, al día siguiente de su muerte. Pero no se
trataba de un espectro ni nada similar. Nela volvió del otro lado con su cuerpo
real, en carne y hueso y como cuando tenía veinte años, pero con todos los
recuerdos y conocimientos de cuando la mataron con cuarenta. Esta posó su mano
derecha en el hombro de Piluca que estaba de espaldas y preparando café en la cocina.
- - ¿Quién
diablos eres? ¿Qué haces aquí?
-
Anoche
firmasteis vuestra sentencia de muerte. Activasteis el siguiente número y
vuestro destino está sellado.
Al oír su voz pudo reconocer con claridad que se trataba de
Nela.
Nela ahora es conocedora de la verdad. Ha estado al otro lado
frente a frente con los creadores. Más conectada que nunca a estos y con la sabiduría
adquirida vuelve dotada de ciertas cualidades, como rejuvenecer y envejecer a
su antojo, fusionarse con la materia, traspasar la línea que separa una
dimensión de otra, o tele transportarse sin ningún tipo de tecnología, con el
simple dominio de su mente. Y aun siendo igual que la Nela a la que mataron, no
era ella. El cuerpo físico de la Nela que murió seguía desmembrado en aquel conducto.
Esta Nela procedente del otro lado era una fusión entre dos Nelas de distintas
dimensiones. La mente mejorada de la que murió y el cuerpo físico de otra Nela.
Durante un brevísimo espacio de tiempo aumentó
repentinamente la temperatura en la cocina. Calor procedente de Nela que elevó bruscamente
los grados de su cuerpo hasta que desapareció de un fogonazo. Su mente ahora la
trasladaría a otro lugar donde llevaría a cabo el proceso inverso.
Había conseguido lo que quería que era inducir el miedo a
Piluca. La que estaría aterrorizada hasta el día en que muriera, sin saber cómo
ni cuándo la muerte pasaría a buscarla.
El primer número que abrió la cadena de los números Phi se
produjo en Madrid capital, y fue un atentado con tiro en la nuca en la plaza de
Callao. Era ya de noche cuando un militar de alta graduación salía del cine y
entre la multitud, un pistolero armado con una glock 9mm se situó justo detrás de
él descargando el cargador a bocajarro sobre este. El primero en la nuca. Los
demás cuando el militar ya estaba en el suelo. El segundo número se activaría
al día siguiente cuando un taxi atropelló a dos peatones que cruzaban la Gran
Vía a la altura de Montera. El tercer número lo activaría un artefacto
explosivo al tercer día y en un autobús de línea al que subían viajeros en el
momento de la explosión en Gran Vía con Plaza de España y en el que murieron
tres personas. Al quinto día cinco jóvenes morirían aplastados al intentar huir
del incendio producido en un after de nombre Afterson. En el octavo día sería
otro artefacto con explosivos en la Estación Sur de Madrid en el que perderían
la vida ocho individuos. Al treceavo día otra explosión pero esta vez de gas en
un bar céntrico de la capital en el que
murieron trece personas. Y pasados veintiún días morirían veintiún ciudadanos
en un atentado con coche bomba en la céntrica calle de Atocha. Treinta y cuatro
días después del primer atentado en Callao morirían treinta y cuatro personas,
esta vez abrasadas por el incendio producido por un cortocircuito en otra
discoteca. Cincuenta y cinco días después de ese primer atentado serían
cincuenta y cinco las personas fallecidas en otro atentado en la línea dos del
metro con gas sarín.
Con el absoluto control de su mente, Nela se introduce en los
pensamientos de todos los asistentes a esa fiesta en el cortijo. Los divide en
grupos haciéndolos dudar unos de otros. Y mediante telequinesis se cerciora de
atrancar puertas y ventanas de forma que nadie pueda salir.
Finalmente pone un único pensamiento en bucle en sus cabezas.
El de la noche en la que la estaban torturando, insertándoles la idea de que
Piluca es la culpable de lo que les está sucediendo. Ahora a los 88 se les
repite el mismo pensamiento una y otra vez a una velocidad de vértigo. Estos,
incapaces de pensar en nada más se
gritan y agreden unos a otros llegando incluso a darse muerte. A Piluca es a la
que primero matan haciéndole pasar por la misma humillación y tortura que
sufrió Nela. Después continuaría la locura en la sala de ese cortijo del que no
tienen escapatoria. Unos intentan huir de otros muriendo en el intento a manos
de los demás, que utilizan de forma contundente cualquier objeto a su alcance para dar muerte. Agotados
después del fin de semana de terror que han vivido, los seis supervivientes se
encierran cada uno en una habitación y con un único pensamiento. Ahorcarse.
Así es que 89 días después del atentado de Callao murió Nela
a manos de estos 88 psicópatas que perderían también la vida ese fin de semana
inducidos por la prodigiosa mente de la nueva Nela que tenía a la providencia y
a los creadores de su parte, habiendo estos llevado a cabo el patrón de los
números Phi de todas las muertes. ¿Pero qué querrían los creadores que entendiéramos
con esta serie de números?